miércoles, 25 de noviembre de 2015

"Amor mío", un poema de Juana Castro


Hoy, con motivo del "Día contra la Violencia de Género", se ha realizado en nuestro IES un videoclip, en el que han colaborado el alumnado, el profesorado y otros miembros de la comunidad educativa. 


Contra la violencia, la poesía. De este modo se alza la voz de la poeta cordobesa Juana Castro. Que su poema, "Amor mío" nos sirva para recordarnos que el amor debe construir, nunca ha de ser dominación y violencia. Para saber más de esta excepcional poeta, os dejamos el enlace a su página web: Página oficial de la poeta Juana Castro

"Amor mío"

Antonia buena chica ingresó ya cadáver,
Carmen muy educada vaqueros blusa beis
y Raquel silenciosa es el amor.

Amor de amoratarse amor que es amoldar
y amancillar.
Amor de amenazar amor de amurallar
amor de amartillar
y de amasijo.

Amor de amortajar.

Rosa Lola María
Inés Luisa mi amor.

Compañero mi amigo
mi enemigo.

Rafael veinte años arma blanca su novia en una calle,
José Pablo dos hijos divorciado
y Raúl empresario gran sonrisa el amor.

Es el amor que amengua que amuralla
que amortece y amarra.

Amor de amuñecar amor que es amputar
amor de amilanar
y de ambulancia.

Amor de amordazar.

Manuel Félix Cristóbal
Jaime Isidro mi amor.

Mi señora mi dueña
mi rehén.

Amor mío mi amor.

El anillo no sabe no sabía.
El anillo.
El cuchillo.




domingo, 10 de mayo de 2015

CONCURSO LITERARIO 2014/2015

Con motivo de la celebración del Día del Libro, las alumnas Inmaculada Carrasquilla Ruiz (1º ESO), Paula García Chacón (2º ESO), Miriam bujalence Onieva (3ºESO) y Marta Morales Ramírez (2º BTO) leyeron los textos premiados en nuestro concurso literario de este año. Aquí os los presentamos con la intención de que podáis disfrutar de ellos y os animéis a participar en las próximas convocatorias.


POESÍA

PRIMER PREMIO DE POESÍA. CURSO 2014-2015.
PAULA GARCÍA CHACÓN (2º ESO)

Y mirar...


Poseía un deseo.
Lo mantenía escondido
como una joya preciosa
y brillante,
porque en cierto modo
lo era.
Su más anhelado deseo
consistía en mirar.
Quería sentarse frente
al océano y mirar.
Salvaje,
impredecible,
voluble,
pusilánime,
fría,
cambiante,
caprichosa,
excitante,
atrevida,
salvaje...
Agua.
Sin prisas.
Solo agua.
Y perderse.
Agua.
Y mirar...
Agua,
olor a recuerdos
y sabor a libertad.
Y mirar...
Agua.
 

              


  PRIMER PREMIO DE POESÍA. CURSO 2014-2015.
  MARTA MORALES RAMÍREZ (2º BTO. CIENCIAS E INGENIERÍA)


MÍO Y SÓLO MÍO

Y pretender escapar de este mundo de realidad ciega.
Y clamar a la mañana y desear una muerte idealizada,
con certeza y sin pena.
Y construir un castillo de misterios sin castigo ni dilema.
Y amar con sentimiento y sin diadema, con traza de alegría
y desechando lo egregio.
Y sentirse gigante, siendo pigmeo.
Y creer en el destino y soñar sin olvido.
Y recordar lo olvidado y olvidar lo vivido.
Y querer lo imaginado y despreciar lo divino.
Y saber que no hay nada nuevo bajo el sol,
y que somos libres, como las nubes que vuelan. 

RELATO

PRIMER PREMIO DE RELATO. CURSO 2014-2015.
PAULA GARCÍA CHACÓN (2º ESO)

 Agridulce

«Tenía el cabello ensortijado y los ojos color andaluz contrastaban con su acento argentino. Vino a Cádiz una noche, a las ocho de la mañana, a observar una quietud inmaculada y fría, curiosamente llamada Luna. Solo que él aún no lo sabía, y atribuía la intención de su viaje a unas meras vacaciones de verano. Ingenuos, nunca imaginarían que era una enredadera mordaz, y a la vez dulce, del destino.
Aunque carente de dos alas y apesadumbrado por dos cuernos del pasado, era un ángel. Su sonrisa era celestial; su mirada, pura y su ropa, clara. Andaba al son de una melodía inexistente regalando miradas curiosas en una ciudad desconocida, prometiéndose volver, absorbiendo vida con sus cinco sentidos.
Cansado, se sentó en la mesa que se había vuelto habitual para él mientras esperaba a que alguien le atendiera. Miraba de soslayo aquel cielo pulcro interrumpido por una bandada de pájaros que lo surcaba. Le gustaría ser uno de ellos y volar lejos, obviando ser preso de los clichés. Puede que inconscientemente, estuviera allí por eso, para aprender a emigrar y dar un cambio en su vida. La camarera apartó sus pensamientos con su presencia y una simple pregunta.

-¿Qué va a tomar?- Intentó sonreír tras sus grandes gafas de pasta al reconocerle. Últimamente iba mucho, supuso que sería por el buen servicio. Algo lejos de la realidad.
Sonrió al verla. Llevaba el cabello recogido en un moño casero y desprendía prisa al andar. Le gustaba mirarla, tenía una belleza diferente, especial, frágil... Poseía unos labios atrayentes, y sin embargo parecía no darse cuenta de cuán bonita era, valorando mucho más la inteligencia que también adornaba su rostro. Adoraba su nariz imperfecta, los rizos que se escabullían de su   deformado recogido, su palidez incomprensible... Cuánto le gustaba mirarla...
-¿Vuelvo luego?- Lo preguntó con timidez, intimidada al observar que sus ojos estaban posados en ella.
-No, claro que no, perdona- respondió él con zozobra al haber sido descubierto contemplándola.
-Bueno, ¿qué desea?- ella nunca hubiese imaginado las siguientes palabras de él, y le sorprendió la bandada de mariposas que revolotearon en su estómago.
-Querría un zumo de piña- una mirada pícara- y que me acompañaras esta noche a ver las estrellas a las dunas.
Agosto. Cádiz. Estrellas, arena y mar. Solo se necesitaba un «Sí» para que fuera perfecto. Y sin embargo...
-Lo siento, no puedo.
Recogió la mesa, y entró al clásico café para turistas en el que trabajaba los veranos para conseguir una paga extra. Se sentía mareada, confusa, inusualmente feliz por la propuesta, inusualmente tonta por haberla rechazado, inusualmente bien, inusualmente mal... Solo quería vomitar, y eso le dolió aún más. Tras años de psicólogo, a veces recaía y actuaba de esta forma ante tales situaciones de intenso nerviosismo. Contuvo las lágrimas y volvió a salir con una bandeja en las manos y una pequeña botella de vidrio sobre ella. Respiró profundamente antes de acercarse a su mesa.
-Iré- pronunció esa simple palabra y embozó una sonrisa.
Levantó la mirada con el fin de encontrarse con la suya, pero en la pequeña mesa de la terracita no había nadie. Agrupó con desagrado las monedas que él había dejado al marcharse, seguramente decepcionado ante la negativa de ella.
Bajo el vaso que él había utilizado reposaba una servilleta nada llamativa, pero la camarera observó una anomalía en ella. Había escrito una serie de números y una anotación:
“En realidad, las estrellas son una excusa. Solo quiero saber tu nombre. Ven esta noche, ojos profundos”.

Se sonrojó. Iría, claro que iría. »

Su mente reproducían estos dulces recuerdos, y solían pensar en ellos como el inicio de un todo
casi infinito, puro, mágico. Un todo que, como todos, comenzó con la nada. Una nada que, como ninguna, era amante sin saberlo. Una historia que comienza cuando ella, inocente y bonita, luce un sencillo vestido blanco que la semejaba con el surco iluminado del firmamento, haciendo honor a su nombre. Cuando, tras el usual rubor de ambos y el sofoco repentino, se sentaron sobre la fina arena y comenzaron a hablar. Cuando sus manos rozaron levemente. Cuando se entrelazaron. Cuando el tiempo corrió como nunca. Cuando las estrellas fugaces dejaron de ser lo más especial en ese momento.
Ahí comenzó la historia de dos pobres, locos, tontos, empalagosos, extraños... enamorados. Así aprendieron a guardar secretos.
»Soplaba una brisa apacible, y algunas parejas caminaban sobre la orilla enredando sus cabellos con el viento juguetón. Las huellas que dejaban tras ellos eran inmediatamente borradas por el océano, al igual que algunos castillos donde los infantes habían concentrado su ilusión y su trabajo. Al compás de aquel rumor, jóvenes novios demostraban su amor al mundo, y los veteranos se lo recordaban. El aroma que desprendía el paisaje era a últimos días de verano. Segundos, o puede que años después, el cielo se tiñó del color de las mejillas de la primera vez.
Luna y Agus, abrazados bajo aquel inmenso escarlata con tonos rosáceos y violetas, recordaban. Imaginaban qué hubiera sido de sus vidas de no haber sido por aquella servilleta de tiempo, mucho tiempo atrás. Tras un nuevo beso, se mantuvieron en silencio y observaron, una vez más, las estrellas. Suavemente, él vertió una pequeña cantidad de granos de arena sobre la palma de ella. Ella sonrió con ternura, y su mano se perdió entre sus rizos de azabache. Una mirada oliva fundida con una color miel. Olvidaron sus arrugas.
-Y pensar que hace cincuenta años nos mirábamos en estas mismas dunas...-dijo de pronto, nostálgica.
-Y pensar que estaba enamorado de ti antes de conocerte...-reconoció él.
-Y pensar que aprendí a soñar por ti...
-Y pensar que aprendí contigo que el punto y final es siempre acompañado por dos puntos suspensivos...
-Y pensar que creí que no te volvería a ver...

Amores de verano. Intensos, efímeros. De mieles, de incertidumbre. El placer abandonado en el amor. Imposibles, quizá demasiado. Ilusiones en forma de cartas y besos con sabor a sal.
Un futuro incierto, el de los amores de verano. Dibujado para que viva el recuerdo y para calmar pasiones. Futuro... utópico. Irrealizable.

»Y todo aquello surcó sus mentes cuando ella preguntó enrollándose un mechón en el dedo, de esa forma tan suya que a él volvía loco, que qué iba a tomar.
A lo que aquel afortunado de piel bronceada y voz cálida respondió:
-Un zumo de piña, por favor- Una mirada pícara-. Gracias.

El destino se concentra en las palabras, y estas merecen ser escuchadas.

ÁCCESIT DE RELATO. CURSO 2014-2015.
INMACULADA CARRASQUILLA RUIZ (2º ESO)          

TRAICIÓN DE AMOR

El buque pirata surcaba las frías y oscuras aguas del Mediterráneo a una velocidad endiablada. Era noche cerrada y la luna brillaba con poderío sobre el mar, sin duda, una espectacular visión. Las velas habían sido desplegadas para aprovechar el impetuoso viento de popa. En la proa, David Brooks,- pues así se llamaba el capitán-, observaba el horizonte con cierta impaciencia, esperando vislumbrar las costas de Sicilia. Escondidos en la bodega, cincuenta peligrosos piratas armados hasta los dientes confiaban ciega y plenamente en su capitán…, pero ello cambiaría en breve.

David tenía un secreto única y exclusivamente compartido con su corazón. Hizo creer a su tripulación que en Sicilia las aguardaba un espléndido tesoro custodiado por el muy temido Graham Malik. Pero, en realidad,  lo único que Malik retenía en sus mazmorras, era a una bella doncella, Valeria, hija de un almirante de la Armada Española. Tiempo atrás, Brooks fue apresado por dicho almirante y, durante su cautiverio, conoció a Valeria.

 David Brooks…era ese típico inglés dotado agraciadamente de pelo rubio como el oro resplandeciente. Cuando él te dirigía la mirada con sus ojos verdes penetrantes, todos tus males y preocupaciones se disipaban en el olvido…transmitía demasiada confianza…
Valeria…tan delicada como una débil rosa intentando luchar contra el gélido invierno. Todo se debía a su vida amorosa. Tantos hombres que le prometieron soñar con la luna y solo le causaron pesadillas. Tantos y tantos que le rompieron el corazón, que solo le quedó un pequeño fragmento confiado a su “pirata azul”, también llamado David Brooks.
Graham Malik…un viejo amargado que cada noche la “daba a la botella”. Su vida se reducía a beber y secuestrar. Mucho tiempo atrás, un hombre asesinó a su mujer que desgraciadamente portaba en sí lo que iba a ser un nuevo miembro en su familia. Malik, trastornado, empezó a secuestrar muchachas buscando un parecido con su difunta mujer, y a hombres buscando al asesino. Si estas inocentes personas no le convencían, las mataba en el acto…

El buque siguió con su travesía, pero la voz temblorosa de Martin, el vigía, advirtió que un galeón se acercaba a ellos con intención de invadirlos. “¡Enarbolad la bandera! ¿Preparados para abordar? ¡Al abordaje, entonces!”, dijo el capitán. Ambas tripulaciones se encarnizaron en una lucha sanguinaria a la vez que salada. Alfanjes, dagas, trabucos y demás volaban por los aires y los sonidos escalofriantes de los cañones de culebrinas, iban acompañados de astillas afiladas como cuchillas. Tras una larga lucha, los piratas de Brooks, a duras penas, ganaron la mortífera batalla. “¡Abordar el barco!”, ordenó el capitán. Entonces, David entró en el alcázar del antiguo capitán apoderándose así de dos cofres llenos de rubíes, diamantes, zafiros, ópalos, lapislázuli, onzas, ducados, reales de vellón, crucifijos, gargantillas, broches, entre otros. Volvió a su buque y continuaron su camino, aunque esta vez con veintitrés piratas menos.

Al cabo de un rato, la voz de Martin volvió a ser oída, pero esta vez tenía muy buenas noticias: “¡Sicilia a la vista!”, gritó rebosando alegría. En la proa, Brooks, con su catalejo, observaba a Malik en la orilla, esperándoles, con ansia al lado de Valeria y con una daga en la mano. “¡Fondead el barco!, ¡Yo voy a bogar!, ¡Esta lucha solo me pertenece a mí!”, dijo David. Se apresuró a la orilla con un trabuco y un cuchillo. “¡Suelta el trabuco o de lo contrario usaré yo mi mosquete!”, dijo Graham. Los dos a la vez soltaron sus armas y solo se quedaron con las blancas. “Si ganas tú, la muchacha será tuya, si ganó yo habré conseguido mi meta, mataros a los dos”, dijo Malik con una sonrisa maligna. Empezaron a luchar.

Por otra parte, en el barco, los piratas observaban la escena con cierta duda. Se preguntaban: ¿Qué pinta esa muchacha ahí? ¿Dónde está el ansiado botín de Graham Malik? Entonces, al momento, comprendieron que habían sido traicionados por su capitán.
En ese momento, Brooks hundió su  cuchillo en el corazón de Malik. Fue a recibir a Valeria cuando le dijo: “bueno, en cuanto llegues te daré una fregona y tienes que limpiar mi alcázar. Total, es lo único que las mujeres sabéis hacer…” Valeria, decepcionada, con su único fragmento de corazón hecho trizas, contestó: “Lo siento, pero yo con una persona tan machista que solo me quiera para eso, no puedo estar”. Brooks, cabreado, le dijo: “Pues si no me sirves para eso, no me sirves para nada. Nos vemos en la otra vida”. Cogió su cuchillo con ánimos de usarlo contra Valeria pero ella, viendo sus intenciones, cogió el mosquete en unos movimientos ágiles y mató a su querido David Brooks. Al cabo de un tiempo, se convirtió en la capitana pirata más temida de todas las aguas saladas. Cambió completamente. Ahora era despiadada, malévola,…”no tenía corazón”.

Moraleja: Nunca subestimes a una mujer. Si eres un hombre el que estás leyendo esto, recuerda que las mujeres somos más valiosas que cualquier tesoro pirata…jamás lo olvides… 



ÁCCESIT DE RELATO. CURSO 2014-2015.  
MIRIAM BUJALANCE ONIEVA (3º ESO)

Mensajero

Ya  hace  mucho  tiempo  desde  la  última  vez  que vi  la  cara  de  mi  papá.  Los  días  cada  vez  son  más  largos  y  mi cuerpo  no  da  para  más.  Los  cadáveres  se  están  apilando  de  manera  más  rápida  por  las  calles  y  estoy  muy  asustado  para  salir  y  comprobar  si  los  del campamento  vecino  están  a  salvo.  Me  llamo Baako  y  tengo  9  años y  medio,  hijo  de  un Ivoirité y  una  madre  de  sangre  musulmana.  Desde  que  los  soldados  comenzaron  con  la  campaña  para  identificar  los  marfileños  de  sangre  pura,  mi  papá  decidió  integrarme  en  el  campamento  Po  en  Burkina  Faso,  mi  actual  residencia.  Todavía  no  estoy  seguro  de  por  qué  lo  hizo,  no  me  dio  ninguna  explicación.  Papá  conocía  a  un  hombre  aquí  en  el  campamento,  su  nombre  era  Chigaru,  y  me  confió  a  él.  Desde  mi  llegada a Po  no  lo  he  vuelto  a  ver.  Chigaru  me  explicó  que  nuestro  país  estaba  en  malas  manos  y  que  nosotros  debíamos  de  protegerlo  con   nuestras  vidas.  A  partir  de  ese entonces,  me  entrené  junto  a  más  muchachos  en  el  campamento  y  me  hice  muy  fuerte.  Chigaru  me  dijo  que  yo era  el  más  pequeño  de  todos  pero  el  más  valiente  de  todos.  Me  pregunto  si  papá  estará  orgulloso  de  mí.


Un  caluroso  día,  Chigaru  tuvo  que  salir  con  otros  hombres  fuera  del  campamento. Iban  en  filas,  armados  a  más  no  poder,  y  dispuestos  a  luchar  hasta  el  final.  No  pude  despedirme  de  Chigaru  tampoco,  se  fue  sin  decir nada,  igual  que  mi papá.  A  lo  mejor  se  iba  a  buscar  a mi  papá…  pero,  ¿ y  si  no  vuelve?  Los  días  pasaban  y  el  grupo  de  Chigaru  no  volvía.  Los  adultos  del  campamento  siguen  contándonos  que  hay  que  liberar  al  país  de  las  pestes  que  ya  lo  han  proclamado  suyo.  Todas  las  noches  el  almirante  enciende  su  radio  y  sintoniza  las  noticias.  Mi  grupo  de  compañeros  y  yo  nos  acercamos  a  la  tienda  del  almirante  y  escuchamos  a  un  hombre  hablar  sobre  una  guerra  en  Costa  de  Marfil.  Las  interferencias  hacen  difícil  que  se  pueda  escuchar  todo  lo que  dice  aquel  hombre,  pero  por  lo  que  pude  entender,  había  un  grupo  de  rebeldes  que  se  enfrentaba  a  otro  grupo  de  soldados  enviados  por  el  gobierno.  No  pude  interpretar  el  resto  de  la  emisión,  el  hombre  hablaba  muy  deprisa  y  las  palabras  que  usaba  eran  muy  raras.  ¿Eran  los  rebeldes  los  tipos  malos  de  esta  historia?¿Y  si  éramos  nosotros  los  rebeldes?  Haya  lo  que haya  fuera  del  campamento,  está  en  contra  de  nosotros.


Muchos  helicópteros  sobrevuelan  el  campamento  y  muchas  veces  se  pueden  escuchar  tiroteos  en  la  distancia,  pero  nadie  ha  intentado  invadir  el  campamento  aún.  El  miedo  va  a  acabar  conmigo.  El  almirante  nos  entregó  armas  de  fuego  para  usarlas  en  caso  de  que  algo  pasase.  Ahora  dormimos  con  armas  junto  a  la  cama  y  comemos  fuera  del  comedor.  La  guardia  ha  aumentado  y  muchas  veces  tengo  que  vigilar  por  las  noches.  El  almirante  ya  no  se  encuentra  en  su  tienda  por  las  noches   como   solía  hacer,  y  los  adultos  parecen  estar  atareados  durante  todo  el  día.  El  viento  trae  un  olor  a  ceniza  y  fuego  con  él,  y  las  provisiones  del  almacén  se  están  agotando.  Estando  en  mi  puesto  de  vigilante  una  noche,  un  soldado  despertó  a  todos  mis  compañeros  y  alertó  al  almirante.  El  cuerpo  francés  iba  a  atacar a  los  pueblos  del  alrededor,  y  la  resistencia  estaba  en  otra  posición  incapaz   de  poder  enfrentarse   a  los  franceses.  El  almirante  estaba  muy  desesperado,  empezó  a  sermonear  al  soldado  y  andaba  inquieto  de  un  lado a  otro.  Se  quedó  pensativo  durante  unos  instantes y  después  ordenó  a  mi grupo  de  prepararse  y  coger  nuestras  armas.  Saldríamos  del  campamento  al  amanecer.


No  sé  qué  sentir  ahora  mismo.  Estamos  a  punto  de  salir  por  las  puertas  del  campamento  que  nos  dejó  aislados  del  exterior  por  tanto  tiempo,  y  ahora  íbamos  a  enfrentarnos  a  la  realidad.  No  sé  que  esperar,  no  sé  qué  voy  a  ver  una  vez  que  la  polvareda  se  extinga  y  no  sé  si  seré  tan  fuerte  y  valiente  como  pensaba  que  era.  Siento  el  metal  de  mi  arma  y  lo  aprieto  con  decisión.  Las  puertas  se  están  comenzando  a  abrir.  Ahora  cuando  el  momento  ha  llegado, sé  que  lo  único  que  quiero  llegar  a  ser  es  un  mensajero.  El  mensajero  que  sea  capaz  de  encontrar  a  su  papá  y  ver  que  está  bien.  El  mensajero  con un  mensaje  cargado  de  esperanza  y  capaz  de  decir  que  todo  va  a  solucionarse.



Por  las  muertes  causadas  en  la  Primera  guerra  civil  de  Costa  de  Marfil,  en la  que se  usaban  jóvenes  menores  de  edad.


MICRORRELATO


PRIMER PREMIO DE MICRORRELATO. CURSO 2014-2015     
 PAULA GARCÍA CHACÓN (2º ESO) 
  

Uno más

Llegó a casa con hielo en los huesos y frío en el alma. Duro, cruel, y sádico invierno.
Sus mejillas sonrosadas semejaban una puesta de sol en un país tropical que, por supuesto, nunca visitaría. Cerró la puerta con estrépito y se apoyó en ella.
Suspiró. Una noche más a salvo.
Su madre le recibió con un fuerte abrazo que expresaba innumerables sensaciones. Un abrazo de dulce amor maternal, un abrazo de intensa preocupación contenida, un abrazo acompasado por suspiros de alivio.
Observó a sus hermanos pequeños sintiendo un pinchazo en el corazón. Estaban demacrados, pálidos, desnutridos... Marcados por la miseria en el rostro y mostrando la evidencia de su desgracia en sus frágiles cuerpos.
Segundos después, llegó su padre. Ahora sí, estaban todos juntos y alejados de todo el mal que los repudiaba. Pero, de pronto, se escucharon unos golpes en la puerta de furia incontrolada. El principio del fin.
-¡Abrid malditos judíos!- Aunque no lo supieran, ya estaban muertos.


PRIMER PREMIO DE MICRORRELATO. CURSO 2014-2015.
MIRIAM BUJALANCE ONIEVA (3º ESO)

Inmortal

La  vida  es  una  historia  demasiado  breve,  con un  principio algo  cuestionable  y  con un  desenlace  todavía  más  refutable.  Por  qué  ha  de  existir  algo  parecido  a  la  vida  si  esta  no  es  una  existencia  inagotable,  capaz de  prescribirse  en  el  momento  menos  deseado  y  más  inesperado.  He  vivido  más  que  ningún  ser  humano,  se  me  concedió  el  quehacer  de  custodiar  ciertas  almas  mortales,  hasta  que  los  tiempos  como  los  conocemos  acaben.  Tras  ver  pasar  la  vida  de  mi  último  custodiado  por  delante  de  mis  ojos,  no  me  queda  otra  alternativa  que  esperar  a  que  la  siguiente  persona  elegida  aparezca.  Sigo  anotando  con  mano  temblorosa  los  detalles  de  la  llama  ya  apagada  de este  muchacho  que  dejó  este  mundo  antes  de  lo  previsto.  Mejor  dicho,  antes  de  lo que  nadie  habría  previsto.  Hay  tantas  injusticias  en  nuestras  existencias  que  incluso yo no sería  capaz  de  escribirlas  todas,  alguien  con  más  años  que  el  fuego,  alguien  inmortal.

martes, 17 de marzo de 2015

Se cumplen 70 años de la muerte de Ana Frank

Cada día, frente a la iglesia del Oeste en Amsterdam, una larga cola de visitantes dobla la esquina donde confluyen Prinsengracht y Westermark. La fila avanza lenta y pacientemente en dirección a la entrada de Anne Frankhuis, la casa donde Anna Frank, una niña judía, estuvo escondida durante dos años junto con sus padres, su hermana, el matrimonio Van Pels y su hijo, y Fritz Pfeffer, un dentista al que las dos familias decidieron ayudar.

La familia Frank había emigrado de Alemania en 1933 huyendo de la política nazi. Otto Frank había establecido su empresa de condimentos alimenticios en Amsterdam. Fue una buena época hasta que en 1940 Hitler invadió los Países Bajos y comenzó la represión contra los judíos.

Ante la amenaza de ser deportados, el padre de Ana y Van Pels, su socio, con la ayuda de los empleados de la oficina, fueron preparando un escondite en el edificio de la empresa. El momento de pasar a la clandestinidad llegó cuando Margot, de 16 años, hermana de Ana, de 13, recibió una citación de la SS en la que le notificaban que debía presentarse para ser enviada a un campo de trabajo.

La casa de Ana Frank
El 6 de junio de 1942 los Frank y los Van Pels se trasladaron al escondite donde vivieron hasta el 4 de agosto de 1944. Habían sido delatados y policías de la SS armados los detuvieron. Días después fueron deportados a distintos campos de exterminio. Por esas fechas se recurría menos a las cámaras de gas, pero las condiciones de vida eran terribles. 

Anna y su hermana murieron a causa del tifus, en marzo de 1945, en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Sólo faltaban dos meses para el final de la guerra y se seguía matando con usura (como escribía un personaje de Los girasoles ciegos); continuaban los bombardeos en las ciudades alemanas, y los presos confinados en los campos morían por epidemias e inanición. De los ocho escondidos de la casa sólo sobrevivió Otto Frank, el padre de Ana.

La casa Ana se encuentra en el número 263 de Prinsengracht. En los años 50 el edificio, casi en ruinas, estuvo a punto de ser demolido. Gracias a la movilización de un grupo de ciudadanos se logró conservar el lugar como un símbolo de lo que sucedió. La gran difusión del diario en el mundo, así como las versiones para el cine y el teatro, ayudaron a que la casa se convirtiera en un lugar de memoria. El museo se abrió en 1960 y fue ampliándose hasta que en 1999 se inauguraron las nuevas instalaciones, que ocupan el 265 y el 267 de Prinsengracht.   

En España, para la generación nacida en los años 60, la historia de Ana Frank, supuso uno de los primeros acercamiento al drama del Holocausto. Entonces sólo se conocía la versión del diario editada por Otto Frank, quien había censurado una parte considerable de lo que su hija escribió. Ana pasó su adolescencia en la “casa de atrás”, como llamó a su escondite. A través de sus textos asistimos a los cambios que se producen en su cuerpo y a las reflexiones y contradicciones de su mente, en una etapa hermosa y complicada en la evolución de cualquier ser humano.

Ana estaba madurando entre cuatro paredes, rodeada de los mismos rostros que se enfrentaban a una rutina diaria. Su puente al exterior eran sus protectores, los trabajadores de la oficina que visitaban a menudo el escondite y les abastecían de todo lo necesario para vivir. Ana escribe sobre la relación con su madre, con la que no congenia, disecciona las delicadas situaciones de convivencia, las rencillas diarias, la mezquindad o la grandeza de los habitantes de la casa de atrás. Nos cuenta detalles de la vida cotidiana: la comida, la limpieza, el horario, el estudio, las lecturas. Ana también despierta al sexo e intenta vivir un amor.

Prinsengracht. En el número 263 está la casa de Ana Frank

Nada extraño hay el diario que no recuerde los diarios de tantas chicas inteligentes, despiertas, impetuosas, sensibles, y con grandes deseos de ser escritoras. Ana disfrutaba escribiendo, era su gran pasión y lo que salvaba del desánimo. Así, en la primavera de 1944, cuando oyeron por la radio que el ministro de Educación en el exilio dijo que después de la guerra se haría “una recolección de diarios y cartas relativos a la guerra”, para que perdurara la memoria de tanto sufrimiento, Ana se ilusionó y comenzó a pasar a limpio su diario, sin dejar de seguir escribiendo nuevas entradas, con su habitual forma de carta.   

Otto Frank murió en 1980 y legó los originales de Ana al Instituto Holandés para la Documentación de Guerra de Amsterdam (en la actualidad el Instituto para la Documentación de la Guerra, el Genocidio y el Holocausto). Ante la continua polémica sobre la posible falsedad de los diarios, el Instituto llevó a cabo una investigación en la se comprobó la autenticidad de los escritos. Más tarde se realizó una edición, hasta ahora canónica, del Diario, donde se recogen también cinco páginas nuevas aparecidas en 1998.

Todos los días numerosos turistas y visitantes cumplen con el ritual de acercarse a Anne Frankhuis. Muchos soportan largas colas para acceder a la famosa “casa de atrás”, sin muebles, con las señales en la pared en la que el padre de Ana había ido midiendo a sus hijas, con las fotos y los recortes de revistas en la habitación de la chica. Una vez en la casa, en respetuosa fila, el visitante contempla lo poco que hay que ver, la luz de una bombilla, el wáter de cerámica decorada, el fregadero, y la estantería que conduce a la casa de atrás.

Sólo una maqueta recuerda la disposición de los muebles y los objetos. Otto Frank no quiso que se amueblaran las habitaciones, como un símbolo del vacío que dejaban los desaparecidos. Pero también era una realidad; la deportación iba acompañada del expolio. Los escondidos pertenecían a familias acomodadas. Los abuelos de Ana habían sido ricos, y su familia continuaba en buena posición.

Aquel escondite en Prinsengracht era un lugar privilegiado, y Ana lo sabía y lo recordaba en sus escritos. Por la radio seguían esperanzados la evolución de la guerra, mientras que sus protectores los mantenían en contacto con el mundo exterior más cercano, el de Amsterdam, las deportaciones, el hambre, los niños vestidos con harapos, las consecuencias de los ataques aéreos, los fusilamientos, los robos. Y el miedo iba creciendo a la vez que Ana crecía. El miedo a los bombardeos, a caer enfermos y no poder ser atendidos, a ser descubiertos. El miedo se convirtió una noche en una cubeta llena de excrementos. Alguien había entrado en el edificio y nadie podía moverse, ni ir al baño.

La casa de Ana Frank podría considerarse uno de tantos lugares turísticos. Pero la casa es algo más que eso, es un lugar de memoria. Hoy, 70 años después de la muerte de Ana Frank, el lugar donde estuvo escondida esa niña y, sobre todo, la lectura de su diario, nos recuerdan aquello que nunca más, a ningún ser humano, le debería suceder.


Podéis hacer una visita virtual a la casa de Ana Frank en este enlace: CASA DE ANA FRANK


El texto y las fotografías de esta entrada pertenecen al blog De nada puedo ver el todo

sábado, 10 de enero de 2015

40 años de "la verdad sobre el caso Savolta"

 Fotografía de Eduardo Mendoza, aparecida en "El País" Eduardo Mendoza, en Barcelona. / Gianluca Battista

En este artículo de "El País" hoy sábado, 10 de enero de 2015, Eduardo Mendoza rememora 40 años después las condiciones en que escribió ‘La verdad sobre el caso Savolta’, que la censura consideró "un novelón estúpido y confuso" Con estos comentarios sabemos el "nivel cultural" que manejaban algunos censores.
Leída en mi juventud y releída en un par de ocasiones (tengo que revisitarla una vez más) es la historia de una corrupción; su lectura hoy remite a lo que sucedió en Barcelona (y en España) con la mezcla de los negocios y la política en la primera posguerra europea del siglo XX, narra el auge y la destrucción de una empresa de venta de armas, se sirve de todos los géneros narrativos posibles. Se publicó en abril de 1975