lunes, 24 de noviembre de 2014

Toulouse Lautrec




Tal día como hoy, hace 150 años, nacía el rey de Montmartre. Un pequeño gran artista que murió, a los 37 años, de tanto beberse la vida.

Nadie como él supo retratar el París bohemio de finales del XIX: sus cafés, teatros, cabarets, burdeles... Es uno de los pintores más queridos por el público. Quizás su leyenda en torno a la vida atormentada que llevó a causa de una anomalía congénita que impedía que sus huesos crecieran con normalidad y deformó su cuerpo, aumentada por esa otra leyenda que siempre acompañó a la bohemia artística parisina de principios del siglo XX —una vida de excesos, entre alcohol, cabarets y burdeles—, han hecho de Henri Toulouse-Lautrec todo un mito de la Historia del Arte.

Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec-Monfa (Albi, 24 de noviembre de 1864 - Château Malromé, Saint-André-du-Bois, 9 de septiembre de 1901), conocido simplemente como Toulouse Lautrec, fue un pintor y cartelista francés de finales del siglo XIX. Se lo enmarca en la generación del postimpresionismo. 

Sus primeros pasos los dio en la localidad francesa de Albi en el seno de una familia aristócrata. Sus padres, el conde Alphonse de Toulouse-Lautrec-Montfa y Adèle Tapié de Celeyran, eran primos hermanos. Una anomalía congénita impedía que sus huesos crecieran con normalidad. A ello se sumarían dos fracturas en los fémures de ambas piernas entre 1878 y 1879. Sus piernas dejaron de crecer, alcanzando una altura en edad adulta de 1,52 m. 

Decía hoy, precisamente una ex-alumna mía de Arte que quizá fuera el pintor que mejor reflejó su vida, esa vida de excesos, alcohol, cabarets...

Toulouse-Lautrec decidió ser pintor, y con el apoyo de su tío Charles y unos pintores amigos de la familia, fue a vivir a París en 1881. Allí, fue alumno de Léon Bonnat, que era un retratista de moda, y, cuando se cerró el taller de Bonnat en septiembre de 1882, tuvo que buscar un nuevo maestro, Fernand Cormon. En el estudio de Cormon se hizo amigo de Vincent van Gogh.

En 1884 Toulouse-Lautrec fue a vivir al barrio de Montmartre, donde tuvo vecinos como Degas. La fascinación que sentía por los locales de diversión nocturnos le llevó a frecuentarlos con asiduidad y hacerse cliente habitual de algunos de ellos como el Salon de la Rue des Moulins, el Moulin de la Galette, el Moulin Rouge, Le Chat Noir o el Folies Bergère. Todo lo relacionado con este mundo, incluida la prostitución, constituyó uno de los temas principales en su obra.


En sus obras de los bajos fondos de París pintaba a los actores, bailarines, burgueses y prostitutas. A estas las pintaba mientras se cambiaban, cuando acababan cada servicio o cuando esperaban una inspección médica. Muy observador, le atraían la gestualidad de los cantantes y comediantes, y le gustaba ridiculizar la hipocresía de los poderosos, que rechazaban en voz alta los mismos vicios y ambientes que degustaban en privado.

Fue muy amigo de Jane Avril que era una de las bailarinas más populares del París finisecular. Jane protagonizará varias escenas como Jane Avril bailando o Jane Avril saliendo del Moulin Rouge. O el retrato que aparece en esta entrada.



Los dueños de los cabarets le pedían que dibujara carteles para promocionar sus espectáculos, algo que entusiasmó mucho a Lautrec, ya que en sus largas noches en estos locales dibujaba todo lo que veía y lo dejaba por las mesas.
         
Toulouse-Lautrec llegó a vender obras y fue reconocido, si bien su popularidad radicó en sus ilustraciones para revistas y carteles publicitarios
Tenía problemas con el alcohol, lo que muchas veces derivaba en locura. Además contrajo la sífilis. El alcoholismo deterioró su salud. Y a partir de 1897 padeció manías, depresiones y neurosis, además de ataques de parálisis en las piernas y en un costado. Sin embargo, seguía pintando de forma firme y rápida; pero en 1899  lo internaron en un sanatorio mental. Allí realizó una colección de pinturas sobre el circo.

Le dejaron ir a casa de su madre en las posesiones de ésta cerca de Burdeos, y el 9 de septiembre de 1901 murió postrado en su cama.

En 1922 su madre y su tratante abrieron el MuseoToulouse-Lautrec en el Palacio de la Berbie, Albi, muy visitado y reconocido por su amplia colección

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